El Gran Premio del Jurado es para la favorita «Never Rarely Sometimes Always»

Comprometido un año más con el cine de autor de tintes políticos, el Festival Internacional de Cine de Berlín, conocido popularmente como Berlinale, premia en su 70 edición los entresijos de un filme contra la pena de muerte y la opresión del Gobierno iraní, retrato de una historia basada en la toma de decisiones y las consecuencias que cada una de ellas puede acarrear. There is No Evil, dirigida por el iraní Mohammad Rasoulof, gana el Oso de Oro 2020 a la mejor película de la Berlinale que este año presentaba bastantes novedades además de ciertas inquietudes. La cinta llegó a la muestra de cine alemán para clausurarla, ya que fue la última película en competición presentada este año.

Sin ser una de las favoritas, tampoco una de las más esperadas y con atisbos de cierta polémica: su director retenido en Irán por las autoridades del país, acusado de hacer propaganda contra la República Islámica con su anterior película, A man of Integrity (2017) — premio a mejor filme en la sección «Una Cierta Mirada» del Festival de Cannes — no pudo asistir al certamen de cine alemán. Sí participó, sin embargo, de manera virtual a través del teléfono móvil de Farzad Pak, productor del filme, en la rueda de prensa celebrada tras conocer el palmarés. «La película aborda la responsabilidad que tiene la gente sobre sus propias decisiones — aseguró —. Si tomas decisiones bajo presión puedes estar tentado a no asumir tu responsabilidad y culpar a otros. No pienso en la responsabilidad del Gobierno. Quiero hablar de la gente que no asume sus propias responsabilidades y culpan a otros. Negarte a hacer eso es una muestra de fortaleza». Su ausencia forzosa, silla vacía y el letrero de su nombre sobre la mesa, recordaba al Oso de Oro de 2015 cuando el también director iraní Jafar Panahi tampoco pudo recoger el galardón en la Berlinale por Taxi, haciendo frente a las prohibiciones de su país.

Dividida en cuatro episodios unidos por reflexiones que reflejan dilemas morales presentes en Irán, la cinta retrata a cuatro hombres forzados a tomar una decisión que cambiará, de alguna manera, el rumbo de sus vidas. Desde la primera historia que narra las bondades y secretos de una familia supuestamente idílica, a la injusticia de la pena de muerte plasmada en un soldado que se derrumba ante su primera ejecución. Con la crítica internacional dividida, There is No Evil se concentra en el elegido para ejercer de verdugo a través de un claro mensaje, manifiesto desafío a las restricciones del Gobierno iraní.

«Actualmente hay una situación muy difícil en el país y el señor Rasoulof es un artista que tiene sus propias opiniones sobre la situación. Realmente hay opresión en nuestra sociedad, agresividad y todo eso está reflejado en la cinta», aseguró en la conferencia de prensa Kaveh Farnam productor del filme, para añadir que en 2017 «el señor Rasoulof fue interrogado y su pasaporte confiscado, no le permiten salir del país, hacer películas o proyectos similares». En la Entrega de Premios de la Berlinale 2020, la actriz Baran Rasoulof, hija del director iraní y una de las protagonistas de la cinta, recogió el galardón haciendo mención a la situación que atraviesa su padre: «estoy feliz pero también triste porque este premio es para un cineasta que no puede estar aquí esta noche. En nombre de todo el equipo este premio es para él». Farzad Pak, productor del filme, además agradeció a todo el equipo «poner sus vidas en peligro para hacer esta película», ya que fue rodada de forma clandestina y con la ayuda de amigos que les apoyaron.

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En contraposición, la concesión del Gran Premio del Jurado a la producción estadounidense Never Rarely Sometimes Always, de la directora Eliza Hittman, que ya se había hecho con este reconocimiento en el Festival de Cine de Sundance y visitaba por primera vez la Berlinale, no sorprendió a nadie ya que partía como una de las películas favoritas del certamen. De hecho, según muchos fue un premio insuficiente para una película que debería haber alzado el máximo galardón, el Oso de Oro. En parte, por su erudita sutileza para abordar un tema tan delicado y controvertido como el aborto en la vida de una adolescente que se ve obligada a viajar desde una pequeña localidad en el estado de Pennsylvania a la ciudad de Nueva York cuando se da cuenta de que, a sus 17 años, está embarazada. Pero también por su exaltación de la amistad, laconismo y realismo para plasmar la resiliencia femenina frente a la adversidad que sumergen al espectador en la comprensión y proximidad hacia los personajes. Cuando subió al escenario para recoger el galardón, Hittman agradeció «el extraordinario servicio que prestan a nuestro país todas las clínicas, médicos, enfermeras y servicios sociales que protegen la vida y los derechos de estas mujeres», a los que consultaron de manera exhaustiva y detallada antes de rodar un filme que supone la apertura hacia el cine independiente de Estados Unidos.

 

El resto del palmarés de la Berlinale combinó este año otros notables aciertos con momentos para la reflexión. El surcoreano Hong Sangsoo, aclamado por la crítica internacional, consiguió el Oso de Plata a la mejor dirección por The Woman Who Ran. En cuanto a los premios de interpretación se repartieron de manera equilibrada entre la alemana Paula Beer, Oso de Plata a la mejor actriz por Undine, y el italiano Elio Germano, Oso de Plata a mejor actor por su destacada encarnación del pintor Antonio Ligabue en Volevo Nascondermi de Giorgio Diritti. Por su parte, la única comedia del festival, la francobelga Effacer l’historique de Benoit Delépine y Gustave Kervern consiguió el nuevo Oso de Plata (antiguo premio Alfred Bauer, fundador de la Berlinale). Merecido fue también, sin duda, el premio a mejor documental que recibió la francocamboyana Irradiés del artista y director Rithy Panh. Una experiencia inmersiva a base de imágenes trípticas en algunos momentos de la proyección reflejadas en tres pantallas que reviven la exploración del genocidio, la desesperación en el desastre de Hiroshima y el centro del Holocausto nazi: Auschwitz. El proyecto, que se prolongó durante cuatro años, comenzó con las conversaciones que mantuvo Panh con la también cineasta y actriz francesa Marceline Loridan-Ivens, superviviente de Auschwitz, que animó al director a desarrollar la historia sin reservas. «Es un filme repleto de esperanza que reclama la atención del espectador — explicó Panh a la prensa —. El cine nos recuerda que tenemos que asumir la responsabilidad de luchar contra el totalitarismo».

 

El Oso de Plata a la contribución artística de DAU. Natasha, del director ruso Ilya Khrzhanovskiy y Jekaterina Oertel (coproducción Alemania, Ucrania, Reino Unido, Rusia), no dejó indiferente a nadie. En verdad el filme en sí mismo ya dio mucho que hablar. Sus secuencias de sexo y tortura lo situaron en el punto de mira de la Berlinale. La historia, fruto de tres años de rodaje, alegato contra el uso del poder totalitario, reconstruye un instituto de investigación secreta que funcionó en la URSS estalinista. Retrata la vida de Natasha, empleada de la cafetería de la institución, epicentro del universo DAU: «una historia tan radical como provocadora», según describe su propia web. El mundo de Natasha se halla donde todo el mundo se deja caer: científicos, invitados extranjeros y empleados del Instituto. Un universo que se reduce a la cantina durante el día y su afición al alcohol durante la noche compartida con su compañera Olga. Cuando conoce a un científico francés es interrogada por un general de la KGB que cuestiona su relación con el invitado extranjero.

«Era un mundo intermedio entre dos realidades», subrayó Khrzhanovskiy en la rueda de prensa posterior a su proyección. «La gente que trabajaba allí (todos actores amateurs) y el set que diseñamos en el instituto de 30.000 metros cuadrados. En él, recreamos un periodo de tiempo histórico comprendido entre los años 30 y 60». La actriz Natalia Berezhnaya, que da vida al personaje de Natasha, además aclaró que está rodada sin un guion predeterminado, «teníamos nuestra manera de vivir, a veces daba miedo, otras era tenso, sentíamos temor, amor, vivíamos. No trabajamos de acuerdo a ningún guion, era nuestra propia vida». Los 139 minutos de la cinta llegaron a Competición como dos de los 14 episodios que engloba el proyecto en su totalidad, una parte de sus más de ocho horas de duración. Las seis horas restantes figuraban con DAU. Degeneration en la sección Special.

Fuera de palmarés se quedaron otras películas en competición, por citar dos de las favoritas: First Cow, de Kelly Reichardt y Days dirigida por el malayo Tsai Ming-Liang, que retrataba el sentimiento de la soledad en contados planos, fijos la mayor parte y sin subtítulos, a través de una historia romántica entre dos hombres homosexuales. A estas se sumaron Siberia, de Abel Ferrara, protagonizada por Willem Dafoe y The Roads Not Taken, la última película de la directora británica Sally Potter (The Party, Orlando), coprotagonizada por Javier Bardem, Elle Fanning y Salma Hayek, que llevaron a la Berlinale una de las alfombras rojas y ruedas de prensa más mediáticas a las que costó acceder por limitación de aforo. El drama retrata un día en Nueva York en la vida de un padre Leo (Javier Bardem) y su hija Molly (Elle Fanning). A lo largo de esta jornada Molly tendrá que lidiar con actividades rutinarias que derivarán, en algunos casos, en catástrofes motivadas por el inestable estado mental de su padre que vive realidades paralelas a consecuencia de cierto tipo de demencia. «Me inspiró la historia de mi hermano que sufría esta enfermedad y a veces me preguntaba dónde estaba cuando parecía estar ausente de todo», confesó Potter a la prensa. Javier Bardem añadió que comenzó a preparar su papel cuando escuchó la historia de Sally, ayudado por algunas asociaciones especializadas en España que le pusieron en contacto con diversas familias, «luego seguí las directrices de Sally, lo que tenía en mente, ella tenía muy claro lo que quería e intenté hacerlo lo mejor posible. Elle me apoyó mucho como actor, como padre». Para Elle Fanning, que trabajaba por segunda vez con Potter, fue crucial lograr esa conexión tan especial padre-hija necesaria en este filme: «cuando leí el guion me di cuenta de que era una historia intimista y emotiva. Estuve nerviosa por el hecho de trabajar con un actor como Javier Bardem». Por su parte Salma Hayek, manifestó que fue muy interesante interpretar su rol en «español, estoy muy agradecida a Sally por buscar la verdad de cada personaje».

Novedades en la Potsdamer Platz junto a Johnny Depp, Roberto Benigni y Hillary Clinton

Con un marcado protagonismo del cine independiente y de autor, menos estrellas mediáticas que en otros reconocidos festivales internacionales, 18 películas en competición y nuevas categorías como «Encounters», destinada a los nuevos lenguajes cinematográficos, el certamen introdujo también este año novedades importantes en su dirección. Carlo Chatrian, exdirector del festival de Locarno, en la parte artística y la holandesa Mariette Rissenbeek en la financiera, sustituyeron con afán renovador a Dieter Kosslick tras 18 años de dirección en solitario.

El actor británico Jeremy Irons presidió este año el jurado de la Berlinale que comenzó rodeada de controversia por la supuesta vinculación de su fundador con el nazismo. Alfred Bauer dirigió el certamen desde su primera edición hasta 1975 y daba su nombre a un oso de plata que fue retirado tras saltar la polémica en esta edición que arrancaba con el filme Mi año con Salinger, de Philippe Falardeau, con Sigourney Weaver en la apertura, a la que se sumaron no muchas otras celebrities. Entre ellas, Johnny Depp, protagonista y productor de Minamata, presentó fuera de concurso una historia homenaje al fotoperiodista William Eugene Smith y a su trabajo durante la cobertura de los efectos devastadores del envenenamiento por mercurio de las zonas costeras de Japón a causa de las malas gestiones de grandes corporaciones de fertilizantes. «Siempre tuve una extraña fascinación con su fotografía pero también con su vida y lo que sacrificó para capturar esos momentos, esas fotos», reconocía Depp durante la conferencia de prensa celebrada en el Gran Hyatt Berlín. Además, según explicó, cuando leyó el guion por primera vez le impactó bastante lo que había ocurrido y pensó «que era una historia que debía ser contada aprovechando la fuerza que tienen los medios, el cine y otros tipos de arte para abrir los ojos a la gente», ya que catástrofes parecidas a esta existen hoy en día en otros lugares.

 

En la categoría Berlinale Special Gala presentaron su visionaria versión de todo un clásico: Pinocchio, el actor italiano Roberto Benigni y su director Matteo Garrone — Gran Premio del Jurado en Cannes por la serie Gomorra (2008) — en una de las ruedas de prensa más cómicas y concurridas debido, especialmente, a la presencia del oscarizado Benigni que da vida al personaje de Geppetto. «Admiro la contribución de Garrone como director, ya que era un filme difícil de realizar», relató Benigni para destacar su «extraordinario estilo que le acerca a los grandes cineastas como Rossellini. Ha conseguido llegar a todos los públicos convirtiéndose en un hit en Italia. Es un cómic animado, una historia fantasiosa, una novela». Coppola ya pidió a Benigni interpretar hace algunos años el papel de Geppetto en su particular proyecto de Pinocchio, que finalmente no vio la luz. «Me considero afortunado por ello — bromeó Garrone —, el rol de Geppetto ha sido crucial. Roberto puso una gran dosis de humanidad en esta historia de amor entre un padre y un hijo. Para realizarla a veces nos íbamos al texto original intentando añadir elementos cómicos para cautivar no solo al público infantil sino a la audiencia en general. Este fue uno de nuestros retos». En la misma sección, Disney-Pixar presentó Onward que llegará a los cines a principios del mes de marzo y relata una aventura de magia que permite a dos hermanos elfos, Ian y Barley Lightfood (voces de Chris Pratt y Tom Holland) ver a su padre. El estudio de animación recientemente ha acumulado éxitos con películas como Toy Story 4, que les valió un Óscar a principios del mes de febrero.

La llegada a los aledaños de la Potsdamer Platz de la excandidata demócrata a la Casa Blanca Hillary Clinton para presentar un documental sobre su vida, su trayectoria política y personal también causó una especial expectación. La docuserie de cuatro horas fue rodada por Nanette Burstein y estará disponible el 6 de marzo en la plataforma Hulu. Según explicó Clinton a los medios, «no solo es un documental sobre mi vida, también es una historia sobre la vida de las mujeres, nuestra política, los retos a los que todos nos enfrentamos». Durante su intervención enumeró también sus inquietudes: «conseguir un sistema de sanidad para todos los americanos, el cambio climático y lograr apartar a Donald Trump de la presidencia de los Estados Unidos». En cuanto a la campaña de desprestigio hacia su persona en la política cuando abandonó la Secretaría de Estado durante el mandato de Obama confesó que «la oposición quería desacreditarla e hicieron un buen trabajo”. Además, aludió a las acciones desarrolladas por Vladimir Putin cuando envió a sus servicios secretos: «no lo hizo porque no supiera quién era yo o por desinformación, lo hizo porque quería derrotarme».

 

Ficción episódica, Berlinale en cifras

El imparable auge de las series televisivas en las plataformas digitales que cuentan con sección propia por sexta edición consecutiva en este festival de clase A, eligió ocho proyecciones este año que se desarrollaron en el Zoo Palast, antigua sede de la Berlinale. Entre ellas, aparecieron Stateless, con Cate Blanchett, una serie de seis episodios de NBCU que investiga el sistema de inmigración australiano y The Eddy, de Netflix, cuyos dos primeros episodios están a cargo de Damien Chazelle, director de La La Land y reproducen la historia de un club de jazz en París. En el 70 aniversario de la Berlinale, el Oso Honorífico fue para la actriz británica Helen Mirren, un premio que en años anteriores ganaron Charlotte Rampling (2019) y Willem Dafoe (2018). Antes de dar comienzo la gala explicó que «no tenía ningún interés en el cine, quería ser actriz de teatro». En 2006 Mirren interpretó en The Queen, filme dirigido por Stephen Frears, a la reina Isabel II, personaje que le valió un Óscar, un Globo de Oro y un Bafta a mejor actriz.

Cerca de 22.000 profesionales de la industria cinematográfica acreditados procedentes de 133 países visitaron este año el Festival de Cine de Berlín, que intercaló días de lluvia y nieve con escasos momentos soleados. Mínimas que rondaron los tres grados en las alfombras rojas nocturnas del Berlinale Palast no impidieron que los más cinéfilos deambularan durante los once días que se prolongó el festival por las diversas salas distribuidas en varias localizaciones del Mitte de la capital alemana, con epicentro en la Potsdamer Platz.

Más de 330.000 tickets vendidos, 342 films proyectados en sus innumerables secciones, premières, fórums, encuentros con directores, paneles y el programa especial On Transmission con motivo del 70 aniversario de la Berlinale se celebraron simultáneamente con el European Film Market. El Mercado de Cine Europeo de Berlín, el segundo más grande del continente después de Cannes y localizado en el Gropius Pau y el Marriot Hotel, superó este año el número de participantes del año anterior, con cerca de 11.500 profesionales de la industria. Cifras que incluso pudieron ser más elevadas si no se hubieran producido 150 cancelaciones por parte de algunos países, China entre ellos, debido a la Covid-19. La expansión de la pandemia, que también se hizo notar en la Berlinale, provocó en esos días, además, la anulación de la Feria de Turismo de Berlín, una de las más importantes en la capital alemana. En cuanto al sector cinematográfico internacional, en los pasillos del Gran Hyatt también se rumoreaba el riesgo de ser cancelado el Festival de Cine de Cannes por el mismo motivo. Así las cosas, el aniversario de las siete décadas de la Berlinale cerraba con algunas inquietudes, buenos datos respecto al año anterior, tanto en cantidad como en calidad, si bien como suele ser costumbre en el festival berlinés prevalecieron las cuestiones políticas ante las cinematográficas.